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1 de noviembre de 2015

Mes de Noviembre. Mes de efecto y gracia de la Llama de Amor sobre los difuntos.

<--El cuerpo glorificado. La transformación de los cuerpos.
Año Santo de la Misericordia y el perdón--->


Isabel de Kildelmann vidente y testigo de la Llama de Amor de Inmaculado Corazón de María: Le pedí también a la Santísima Virgen la efusión de gracias de la LLAMA de AMOR de SU INMACULADO CORAZÓN para las almas en sufrimiento que están en el Purgatorio; el Señor Jesús me permitió sentir en todo mi ser lo que siente un alma que en ése mismo momento acababa de liberarse del purgatorio e iba directo al Cielo.

Sentí en mi alma un alivio indescriptible.
En ese momento, por pura gracia de Dios, mi alma se sumergió en la felicidad inconmensurable del alma que llega a la presencia de Dios.
No hay palabras humanas para describir lo que un alma siente cuando se libera del purgatorio.
Es tanta la felicidad, es tanta la alegría y tanto el amor que rodea al alma que la envuelve en un éxtasis indescriptible.
Y así en este estado de amor, felicidad y de alegría sube al Cielo, y así permanecerá para siempre, para toda la eternidad, unido a Dios y jamás se separá de Él.

Luego recé, con todo el recogimiento de mi alma por los sacerdotes moribundos.
Entre tanto un sentimiento muy angustioso y horrible inundaba todo mi interior.
Son sufrimientos que da el Señor para que la persona que sufre pueda recoger abundantes frutos y méritos espirituales con Dios.

Durante mi profundo recogimiento sentí un suspiro fino como una energía, era la Santísima Virgen, que sorprendió a mi alma y me dijo:

-Santísima Virgen; "Tu compasión por las pobres Almas del Purgatorio, hijita mía, ha conmovido tanto mi Corazón Maternal, te concedo la gracia que pediste.

Presta atención hija mía;

Si en cualquier momento del día, haciendo referencia a mi LLAMA DE AMOR DE MI INMACULADO CORAZÓN, rezaran ustedes en mi honor "Tres Aves Marías",
cada vez que lo hagan, un alma se librará de los sufrimientos terribles del Purgatorio.
Esto es válido para todos los días del año.

Pero escucha hija mía; en todo el mes de los difuntos (el mes de Noviembre), haciendo referencia a Mi LLAMA DE AMOR, al rezo de cada Ave María en mi honor,
"10 almas", sí "10 almas", se librarán del sufrimiento del Purgatorio.
Las almas sufrientes deben sentir ellas también el efecto de gracia de la LLAMA DE AMOR de mi Corazón Maternal".


NOTA DEL EDITOR:

Dios tiene derecho a expresar también en números las condiciones en que quiere dar su gracia, nos lo prueba la sagrada escritura.
El caso de Naamán, el Sirio (2 Reyes 5, 1- 1 4) donde, de forma inequívoca, la condición de su sanación de lepra está expresada en el libro de números de la biblia, aunque su realización no dependió del número de veces.

¿Porqué precisamente el sumergirse 7 veces en las aguas turbias del Jordán, fue la condición dada por el profeta Eliseo para que Naamán alcanzara la curación de la lepra que sufría.?

¿No hubiera sido suficiente 5 o acaso 3 veces?

¡O quizá hubiera sido suficiente una sola inmersión! ¡No!.

No fue el sumergirse 7 veces lo que le consiguió la curación sino la obediencia de su fe humilde con que, a pedido de sus siervos, venció su Resistencia y se sometió a lo que le mandó el profeta.

Es muy cierto que los números tienen frecuentemente otra significación en el plano sobrenatural que la que les atribuimos aquí en la tierra.
La razón es que nosotros caemos frecuentemente en el error de trasladar nuestro modo de pensar tan materialista al orden de la vida sobrenatural, cuando el Cielo tiene otro propósito muy distinto con los números.

La esencia y el sentido más profundo espiritual, no es el número ni cantidad de veces, sino el Amor y la fe que ponemos al realizar cualquier cosa. De la misma forma, debe arder en nosotros continuamente el deseo de "salvar las almas que están terriblemente sufriendo en el purgatorio.

¡Cuántos pensamientos inútiles, cuántas preocupaciones superfluas que giran alrededor de nuestro propio Yo, nos llenan durante un sólo día!

¡Cuántas idas y venidas hacemos mecánicamente en un único día!

¡Qué medio tan eficiente y valorado es la oración, si con un pensamiento de amor acudiéramos en ayuda de un alma que está sufriendo terriblemente!

Las Almas de Purgatorio nos lo van a agradecer muchísimo y en su estado de felicidad nos ayudarán en nuestro trabajo para salvar a otras almas.

De nuestra parte, ésta compasión nos sirve de mérito para el cielo y la Santísima Virgen la vierte en bien de las almas que sufren en el purgatorio.

Si la Santísima Virgen se expresa en número, lo hace únicamente para de éste modo acomodarse a nuestra débil manera de comprender las ideas, a fin de estimularnos, en fervorizarnos, y que sintamos los deseos de rezar por las Almas sufrientes.

Como si dijera: Miren, aunque la contribución de ustedes es tan insignificante, para el Cielo alcanza que un alma que esta sufriendo salga del Purgatorio y, ¡pueda ver a Dios cara a cara!

(La anotación es correspondiente al 17 de julio de 1964. De éste Diario confirma esta interpretación.- EL EDITOR.)

REZAR TRES AVES MARÍAS EN HONOR A LA LLAMA DE AMOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA Y SACAREMOS UN (1) ALMA DEL PURGATORIO.

Y DURANTE EL TODO EL MES DE NOVIEMBRE, POR CADA AVEMARÍA EN HONOR A LA LLAMA DE AMOR, 10 ALMAS SE LIBRARAN DEL PURGATORIO.



Es un gran consuelo saber que el sufrimiento inmenso en el Purgatorio va unido a la felicidad de saberse el alma salvada y en búsqueda de la Visión Beatífica de Dios Todopoderoso. Pero ése consuelo no debe impedir que tratemos de llegar directamente a nuestra verdadera meta que es el Cielo, en el que verán a Dios todos los que estén ya bien purificados.

“Bienaventurados los limpios de corazón...porque ellos verán a Dios” (Mt. 5, 8).

Decía el Papa Benedicto XVI, Santa Catalina de Génova no presenta el purgatorio "como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios (cfr Vita mirabile, 171v).

Hemos escuchado sobre el momento de la conversión, donde Catalina siente de repente la bondad de Dios, la distancia infinita de su propia vida de esta bondad y un fuego abrasador dentro de ella. Y este es el fuego que purifica, es el fuego interior del purgatorio".

"No se parte, de hecho, del más allá para narrar los tormentos del purgatorio – como era habitual en ese tiempo y quizás también hoy y después indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra Santa parte de la experiencia propia interior de su vida en camino hacia la eternidad. El alma – dice Catalina – se presenta a Dios aún ligada a los deseos mundanos de la tierra, y a la pena que derivan del pecado, y esto le hace imposible gozar de la visión beatífica de Dios.

Catalina afirma que Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad (cfr Vita mirabile, 177r). Y también nosotros nos damos cuenta de cuán alejados estamos, cómo estamos llenos de tantas cosas, de manera que no podemos ver a Dios.
El alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de modo correcto y perfecto a ese amor, y por ello el amor mismo a Dios se convierte en llama, el amor mismo la purifica de sus escorias, de sus manchas, de sus de pecados".
(De la Catequesis del Papa Benedicto XVI, 12-enero-2011)

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TRATADO SOBRE EL PURGATORIO Y EL FUEGO INTERIOR

De los escritos de Santa Catalina de Génova.

Esta alma consagrada se encontró a sí misma, estando aún encarnada, colocada por el ardiente amor de Dios, en el Purgatorio, que la quemaba, limpiando en ella todo lo que necesitaba ser limpiado, hasta que al dejar esta vida pudiera ella presentarse a la vista de Dios, su amado Amor.

Por medio de este fuego amoroso, ella comprendió en su propia alma el estado de las almas de los fieles que van al Purgatorio al purgar su suciedad y manchas de pecado, que no pudieron expiar durante sus vidas.

Creo que ninguna felicidad puede hallarse valiosa al ser comparada con ese estado de las almas del Purgatorio, exceptuando el de los santos en el Paraíso; y es una felicidad que crece día tras día al fluir Dios dentro de esas almas, más y más, a medida que se consumen los obstáculos puestos a Su entrada.
Las manchas de pecado van siendo consumidas, y el fuego elimina la suciedad más y más hasta que las almas se abren al influjo de la Divinidad.

Esta es la forma en que las manchas del pecado cubren a las almas, y en el Purgatorio esas manchas son quemadas. Cuanto más sean consumidas, mayor es el acercamiento de las almas a Dios, su verdadero sol. La suciedad del pecado decrece y el alma se abre al rayo divino, crece así la felicidad, hasta que se cumple el plazo necesario para ello.

El dolor no disminuye hasta entonces. Y en cuanto a la voluntad, nunca pueden decir las almas que el dolor es dolor, pues están contenidas en la ordenanza divina, con la cual, en pura caridad, su voluntad está unida.

Pero, por otro lado, las ánimas soportan un dolor tan intenso, que ninguna lengua lo podría describir, ni mente comprender si Dios por medio de su gracia especial no nos lo mostrara. Eso tampoco puede verbalizarse, escribrirse ó demostrarse.

La separación de Dios es el principal castigo del Purgatorio. Pero éste es diferente del Infierno.
Aquí hay una separación temporal, en el purgatorio hay "esperanza" de salir algún día y ver a Dios eternamente. No sucede lo mismo en el infierno, allí ya no hay esperanza alguna, lo más terrible y espantoso es sentirse separado de Dios para siempre, nunca más sentir su amor, y todos los condenados saben que ésa realidad no cambiará jamás, nunca más.

Cuando un alma se acerca al estado puro y claro en que fue creada, su instinto beatífico se descubre a sí mismo y crece sin cesar, tan impetuosamente hasta el final que cualquier obstáculo le parece a esta alma algo del pasado. Y cuanto más ve, más extremo es su dolor.

Debido a que las almas en el Purgatorio no sienten culpa de pecado, no hay obstáculo entre ellas y Dios, excepto su dolor, que las lleva hacia atrás y así no pueden alcanzar la perfección. Ven claramente la gravedad de cada obstáculo en su camino, y ven también que su instinto es obstaculizado por una necesidad de justicia: de ahí nace un rugiente y devorador fuego interior, como el del infierno, pero carente de culpabilidad.

Las almas del Purgatorio sólo soportan el dolor, no ya la culpa, por haberse arrepentido de los pecados en el momento de la muerte, y de sus ofensas a la bondad divina.

Por lo tanto, su dolor es finito, y su tiempo se va acortando, como ha sido sentenciado.

El Purgatorio, allí va el alma al separarse del cuerpo, cuando ya no está limpia como ha sido creada. Viendo por sí misma este impedimento, sólo por medio del Purgatorio puede limpiarse, y ella se ubica allí voluntariamente. No hay una orden que así haga que suceda, y lo haría, aunque en ese momento hubiera para ella un Infierno peor que el Purgatorio, porque ve que a causa de tal impedimento, no puede acercarse a Dios, que es su objetivo.

Y tanto le importa ello, que en comparación el Purgatorio no cuenta en absoluto, aunque sea como el Infierno, comparado con conseguir a Dios, ello aparece como casi nada.

Mas yo, aunque veo que hay un Purgatorio tan penoso como el del Infierno, veo también que el alma con la menor mancha de pecado acepta el Purgatorio, como he dicho, como una merced y aún le parece poco comparado con el impedimento que implica.

Me parece que el dolor de las almas en el Purgatorio por haber disgustado a Dios, esto es, lo que ellas voluntariamente hicieron contra Su gran bondad, es mayor que cualquier pena que puedan sentir en el Purgatorio, y por ello que ven, por su gracia, la verdad y la gravedad de los obstáculos que les impide acercarse más a Dios.

Pero el alma, obstruida por el pecado, no puede ir más que hasta donde Dios la lleva hacia Sí Mismo. Nuevamente, el alma se da cuenta de que no puede trasponer, o avanzar hacia esa luz unitiva todo lo que quisiera, y clama por ser destrabada.

Yo digo que es la visión de estas cosas lo que logra en las almas el dolor que sienten en el Purgatorio, y es imposible describirlo, es el más grande, y ya no pueden volver a verse a sí mismas yendo contra la voluntad de Dios, cuyo amor por ellas ven tan claramente dentro de este fuego.

Hay tantas imperfecciones escondidas en el alma que, si pudiéramos verlas, viviríamos en la desesperación. Pero en el estado al que me he referido, todas esas imperfecciones son eliminadas, y sólo entonces Dios se muestra, y les enseña el funcionamiento de esto para que vean cómo el fuego del amor, por bondad divina, está quemando, eliminando todas las imperfecciones.

Es cierto que el amor por Dios llena el alma hasta rebasar y le da, así lo veo, una felicidad indescriptible, felicidad que va junto con el dolor en el Purgatorio.

Para que las almas en el Purgatorio disfruten la mayor felicidad en el Purgatorio debe haber también un gran dolor, uno no va sin el otro.

Las almas en el purgatorio ya no están en condiciones de hacer méritos.

Si las almas en el Purgatorio pudieran purgarse a sí mismas por medio de la contrición, pagarían toda su deuda en un instante de tal vehemencia que quemarían todo lo que las separa de Dios. Pero nada les será ahorrado ni abreviado, en lo que hace a ellas mismas, pues eso ha sido determinado por la justicia de Dios.

Y si alguna caridad es hecha por aquéllos que están todavía en el mundo, para disminuir su tiempo de dolor, las almas no pueden cambiar las cosas, pues está la balanza de la justicia divina; dejan todo en manos de Dios y su infinita Bondad.

Tal es la intimidad con Dios en el Purgatorio, y tan cambiadas están las almas, tornadas hacia Su Voluntad, que en todas las cosas hay sumisión a la orden divina. Aún cuando un alma fuera traída ante Dios cuando todavía algo aunque sea mínimo y le falta purgar, se le haría un gran daño; venir manchada a la presencia de Dios sería un sufrimiento mayor que diez Purgatorios.

Ver a Dios cuando el tiempo aún no ha llegado, aunque sea por un período tan corto como un pestañeo, sería intolerable para esa alma. Se echaría ella misma a miles de infiernos, para quitar esa pequeña suciedad que no ha sido eliminada, antes que permanecer así en la presencia Dios.
Por más ínfimo que sea la mancha de pecado, ante Dios el alma siente mucha verguenza y un sentido muy hondo de culpabilidad que no puede soportar la presencia de Dios y huye a purificarse.

Ellas se ven sufriendo el dolor de buena gana, y cuando consideran sus propios pecados y reconocen cómo han afligido a Dios, les parece que Dios les ha tenido una gran misericordia, porque si Su bondad no hubiera templado la justicia con la misericordia, satisfaciendo la misma con la preciosa sangre de Jesucristo, un pecado merecería mil infiernos perpetuos.

Y por consiguiente las almas sufren el dolor de buena gana, y no lo dejarían por nada, sabiendo que ellas lo merecen totalmente y que esto ha sido bien ordenado, y no se quejan de Dios, sino que aceptan su voluntad.

Esta forma de purgación que yo veo en las almas en el Purgatorio, las siento en mi propia mente. En los últimos dos años he sentido la mayoría; todos los días las veo y siento más claramente. Veo mi alma dentro de este cuerpo como en un purgatorio, formada como es el verdadero Purgatorio, pero tan medido que el cuerpo puede soportarlo y no puede morirse.

Todas estas cosas de las que he hablado son lo que yo veo, pero no puedo encontrar las palabras para decir tanto cuanto podría del tema. Ni yo puedo decir exactamente lo que he contado del trabajo hecho en mí debidamente, qué he sentido espiritualmente. Sin embargo lo he contado todo.

Finalmente y como conclusión, debemos entender que Dios es mejor y más grande causa que todo lo que el hombre ha de perder, y que el Purgatorio lo que hace es limpiarnos de todos nuestros pecados. Amén.


No perdamos más tiempo en cualquier hora del día, durante todo el mes de Noviembre, recemos y por cada Aves María en Honor a la Llama de Amor de su Inmaculado Corazón, 10 almas saldrán del purgatorio.
Y el alma favorecida saldrá radiante de felicidad hacia el Cielo.

Esta alma favorecida jamás olvidará tu ayuda y tu sacrificio en su favor y pedirá ante Dios por nuestra salvación y no descansará ni cesarán sus ruegos hasta verte a tí en el Cielo.
Es el premio que Dios brinda a las almas generosas que por sus ruegos prestan auxilio a las almas sufrientes del Purgatorio.
Nosotros somos los únicos que podemos brindarles ayuda, Dios nos ha regalado ése don, de ayudar y sacar almas del Purgatorio.
Y con nuestros sacrificios y oraciones podemos hacerlo, no lo olvidemos nunca.