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2 de enero de 2014

Los misterios del Reino de los Cielos

Las Glorias del Cielo--->
<---150 Razones para ser católico


El Reino de Dios ha sido uno de los temas dominantes de estudio del Nuevo Testamento durante muchos siglos.
La razón es muy importante; qué nos espera después de esta vida, ¿cómo es el cielo verdaderamente?
Hasta el más creyente, muchas veces tiene dudas de cómo será todo aquello.
Muchos estudiosos, tanto conservadores como críticos, consideran que el reino de Dios como "el tema central" de la proclamación pública de Jesús. De hecho, está hecho el caso de que la enseñanza de Jesús era profundamente judía, empapado en una intensa esperanza escatológica. Esta visión se enfrentó a las del siglo XIX, que moraliza el reino y lo hicieron aceptable para el gusto moderno con el argumento de que no era más que una expresión de la sensibilidad ética levantado en los corazones de los hombres.

El concepto del universo como un reino divino sobre el cual Dios como Rey gobierna soberanamente es un tema familiar en las Escrituras (1 Crónicas 29:11-12). El salmista, por ejemplo, escribió: "Jehová ha establecido su trono en los cielos, y su reino domina sobre todos" (Salmo 103:19).

Dentro del reino universal de Dios, sin embargo, existen varias subdivisiones. Mateo 12:26 se refiere al reino de Satanás, es decir, el ámbito de la regla que Dios ha permitido a Satanás. Las Escrituras también reconocen los reinos terrenales sobre la que Dios ha permitido que los hombres malvados gobiernen (Dan 4:17). Fue esta la esfera de los reinos de este mundo que Satanás le ofreció a Cristo cuando lo tentaba (Mateo 04:08).

En tres controversiales audiencias de los miércoles, el Papa Juan Pablo II señaló que la característica esencial del cielo, el infierno o el purgatorio es que son "estados" del ser de un espíritu (ángel / demonio) o el alma humana, en lugar de algún lugar, como comúnmente percibido y representado en el lenguaje humano. Este lenguaje de lugar podría ser de acuerdo con el Papa Juan Pablo II, inadecuadas para describir las realidades del cielo, ya que está vinculada al orden temporal de este mundo del cual vivimos.
Es que es imposible imaginar un lugar que no esté en nuestra mente, ¿cómo describirla?
Jesús dijo que ni ojo vió ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman.

En esto es la aplicación de las categorías filosóficas utilizadas por la Iglesia en su teología y diciendo lo que dijo Santo Tomás de Aquino:
"Las cosas incorporales no están en su lugar después de una manera conocida y familiar para nosotros, de qué manera se dice que los cuerpos estén en su lugar, lo están después de una forma acorde con las sustancias espirituales, de manera que no puede ser plenamente manifestado a nosotros. "[St. Tomás de Aquino, Summa Theologica, Suplemento, Q69, a1, respuesta 1]

¿QUÉ ES EXACTAMENTE EL CIELO?

El «cielo» es la plenitud de la comunión con Dios.

1 . Cuando todo haya pasado en este mundo (el momento de nuestra muerte), los que hayan acogido a Dios en su vida y se hayan abierto sinceramente a su amor, por lo menos en el momento de morir, podrán gozar de la plenitud de comunión con Dios, que constituye la meta de todo ser humano.

Como enseña el Catecismo de la Iglesia católica, «esta vida perfecta con la santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Santísima Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo".
El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones mas profundas del ser humano, el estado supremo y definitivo de dicha jamás conocido e imaginado» (n. 1024).

Tratar de comprender el sentido bíblico del «cielo», es poder entender mejor la realidad a la que remite esa expresión y disfrutar mejor de lo que se espera.

2. En el lenguaje bíblico el «cielo», cuando va unido a la «tierra», indica una parte del universo. A propósito de la creación, la Escritura dice: «En un principio creo Dios el cielo y la tierra» (Gn 1, 1).

En sentido metafórico, el cielo se entiende como morada de Dios, que se distingue de la morada de los hombres (cf. Sal, 104, 2 s; 115, 16; Is 66, l).
Dios, desde lo alto del cielo, ve y juzga (cf. Sal 113, 4-9) y se gloría cuando se le invoca (cf. Sal 18, 7. 10; 144, 5).
Sin embargo, la metáfora bíblica da a entender que Dios ni se identifica con el cielo ni puede ser encerrado en el cielo (cf. 1R 8, 27); y eso es verdad, a pesar de que en algunos pasajes del primer libro de los Macabeos «el cielo» es simplemente un nombre de Dios (cf. 1M 3, 18. 19. 50. 60; 4, 24. 55).

A la representación del cielo como morada trascendente del Dios vivo, se añade la de lugar al que también los creyentes pueden, por gracia, subir, como muestra el Antiguo Testamento las historias de Enoc (cf. Gn 5, 24) y Elías (cf. 2R 2, 11).
Así, el cielo resulta figura de la vida en Dios. En este sentido, Jesús habla de «recompensa en los cielos» (Mt 5, 12) y exhorta a «amontonar tesoros en el cielo, donde no existen la polilla ni los ladrones» (Mt 6, 20; cf. 19, 21).
3. El Nuevo Testamento profundiza la idea del cielo también en relación con el misterio de Cristo. Para indicar qué el sacrificio del Redentor asume valor perfecto y definitivo, la carta a los Hebreos afirma que Jesús «penetró los cielos» (Hb 4, 14) y «no penetró en un santuario hecho por mano de hombre, sino en el mismo cielo» (Hb 9, 24).
Luego, todos los creyentes, en cuanto son amados de modo especial por el Padre, son resucitados con Cristo y hechos ciudadanos del cielo.

Vale la pena escuchar lo que a este respecto nos dice el apóstol Pablo en un texto de gran intensidad:
«Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo —por gracia habéis sido salvados— y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús» (Ef 2, 4-7).

Las criaturas experimentan la paternidad de Dios, rico en misericordia, a través del amor del Hijo de Dios, crucificado y resucitado, el cual, como Señor, está sentado en los cielos a la derecha del Padre.

4. Así pues, la participación en la completa intimidad con el Padre, después del recorrido de nuestra vida terrena, pasa por la inserción en el misterio pascual de Cristo. San Pablo subraya con una imagen espacial muy intensa este caminar nuestro hacia Cristo en los cielos al final de los tiempos: «Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos (los muertos resucitados), al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolados, pues, mutuamente con estas palabras» (1Ts 4, 17-18).

En el marco de la Revelación sabemos que el «cielo» o la «bienaventuranza» en la que nos encontraremos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la santísima Trinidad. Es el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo.

Es preciso mantener siempre viva la alegría y la hermosura del cielo. Sobriedad al describir estas realidades últimas, ya que su representación resulta siempre inadecuada con nuesta mente. Hoy el lenguaje personalista logra reflejar de una forma menos impropia y real de la situación de felicidad y paz en que nos situará la comunión definitiva con Dios.

El Catecismo de la Iglesia católica sintetiza la enseñanza eclesial sobre esta verdad afirmando que, «por su muerte y su resurrección, Jesucristo nos ha abierto» el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo, que asocia a su glorificación celestial a quienes han creído en él y han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a él» (n. 1026).

5. Con todo, esta situación final se puede anticipar de alguna manera hoy, tanto en la vida sacramental, cuyo centro es la Eucaristía, como en el don de sí mismo mediante la caridad fraterna. Si sabemos gozar ordenadamente de los bienes que el Señor nos regala cada día, experimentaremos ya la alegría y la paz de que un día gozaremos plenamente.
Sabemos que la vida en la tierra todo tiene límite; sin embargo, el pensamiento de las realidades últimas nos ayuda a vivir bien las realidades penúltimas. Somos conscientes de que mientro caminamo en este mundo estamos llamados a buscar «las cosas de arriba, las cosas del cielo, que será lo que poseeremos definitavamente, allí donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (Col 3, 1), para estar con él en el cumplimiento escatológico, cuando en el Espíritu él reconcilie totalmente con el Padre «lo que hay en la tierra y en los cielos» (Col 1, 20).

EL REINO DE LOS CIELOS

Constituye todo lo que viene de Dios; la bondad, la felicidad y la alegría que no termina jamás, el bien supremo que nos brinda el Padre, la protección infinita que brinda a todo aquel que habita el cielo, la unión eterna con los bienes espirituales inagotables, el deseo eterno de reunir a todos bajo un mismo pensamiento: "el amor", y solamente el amor.

Las llaves del reino de los cielos están en este mundo y son: amor a Dios y al prójimo.
Todos los seres humanos poseen estas llaves. Si las usan —avanzan en estado espiritual— mediante decisiones, más decisiones y hechos. La elección moral más elevada es la elección del valor más alto posible, siempre en cualquier esfera y en todas ellas. En eso consiste, en elegir hacer la voluntad de Dios y entregarse en ayuda al prójimo.
Si el ser humano hace esa elección, es grande, aunque sea el ciudadano más pobre de la tierra o aun el más bajo de los mortales, pues ha encontrado el tesoro escondido que anuncia Jesús en el evangelio.
San Pablo dijo; el que ama al prójimo ha cumplido con toda la ley y los profetas.

Lo que Jesús enseñó,

«Pero no os engañéis por los que vienen diciéndoos que aquí está el reino o que allí está el reino, porque el reino de mi Padre nada tiene que ver con cosas visibles y materiales. Y este reino ya está entre vosotros, porque donde el espíritu de Dios enseña y dirige al alma del hombre, allí en realidad está el reino del cielo.
Y este reino de Dios es rectitud, paz y gozo en el Espíritu Santo.

«Y este reino que os declaro no es un gobierno de poder y abundancia. El reino del cielo no es asunto de comida y bebida sino más bien de una vida de rectitud progresiva y de creciente gozo en el servicio perfeccionador de mi Padre que está en el cielo. Porque no ha dicho acaso el Padre de sus hijos del mundo: `es mi voluntad que lleguéis a ser perfectos, así como yo soy perfecto'.

«La entrada en el reino del Padre no aguarda los ejércitos que marchan, el derrocamiento de los reinos de este mundo, ni el quebrantamiento del yugo de los cautivos. El reino del cielo está cerca, y todo el que entrare ahí encontrará libertad abundante y salvación dichosa.

PARÁBOLAS SOBRE EL REINO DE LOS CIELOS

Después de algunas preguntas de la multitud, Jesús dijo otra parábola: «El reino del cielo es como una semilla de mostaza que un hombre sembró en su campo. La semilla de mostaza es por cierto, la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, se hace la más grande de todas las hierbas y llega a ser como un árbol, tan grande que las aves del cielo van y reposan en sus ramas».

«El reino de los cielos también es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en tres medidas de harina para que de este modo se fermente toda la masa».

«El reino de los cielos también es como un tesoro escondido en un terreno, que un hombre descubre. En su regocijo va y vende todo lo que tiene para así poder comprar ese terreno».

«El reino de los cielos es también como un comerciante que anda buscando perlas finas; y habiendo encontrado una perla de gran valor, va y vende todo lo que tiene para poder comprar esa perla extraordinaria».

«También, el reino de los cielos es como una red que se echa al mar y recoge toda clase de pez. Cuando la red se llena, los pescadores la sacan a la playa, y allí se sientan a escoger el pescado; guardan los buenos en vasijas, y arrojan al mar los malos».

EL REINO DE DIOS

El Reino de Dios (o en griego βασιλεία τοῦ θεοῦ basileia tou theou) es un concepto importante en el judaísmo, el cristianismo y el islam. Se refiere al reinado o soberanía de Dios que es por sobre todas las cosas, y no es conforme al reinado de los poderes terrenales.

La idea del Reino de Dios se encuentra predominantemente en el Nuevo Testamento, específicamente en los Evangelios.
El "Reino de Dios" es un término usado indistintamente con el de "Reino de los Cielos". En el Evangelio según Mateo se utiliza esta última, mientras que en Lucas, Marcos y Juan se utiliza "Reino de Dios".
La explicación habitual es que el evangelio de Mateo está destinado a los judíos, quienes prefieren evitar el uso directo del nombre de Dios. Marcos y Lucas están dirigidos a una audiencia más general y menos familiarizada con el término "Reino de los Cielos".

Algunos intérpretes premilenaristas piensan que el "Reino de los Cielos" se refiere al reino milenario de Dios, mientras que el "Reino de Dios" se refiere a Su reinado universal. Otros opinan que no hay base para tal distinción.
El historiador H. G. Wells escribió: “Esta doctrina del Reino de los Cielos, que es la enseñanza principal de Jesús aun cuando represente tan pequeña parte en el credo cristiano, es ciertamente una de las doctrinas más revolucionarias que alguna vez haya revolucionado y transformado el pensamiento humano.”

El pensamiento cristiano del Reino de Dios agrupa varias ideas, entre las que destacan las siguientes:

"El Reino de Dios es un gobierno único celestial que regirá en toda la tierra después de Armagedón, cuando todas las personas inicuas hayan sido destruidas. El rey de este reino es Jesucristo, de acuerdo con el pacto del que leimos que hizo Dios con David. Él nos habla muchas veces del Reino de Dios, que está cerca y la manera de explicarlo es con parábolas que son comparaciones que expresan una enseñanza.

PENSAMIENTO PRESENTE

Los evangelios describen a Jesús proclamando el Reino como algo que ya está cerca, que está llegando en el presente, no como una realidad futura. Las actividades reportadas de Jesús, al sanar enfermedades, expulsar demonios, enseñar una nueva ética de vida y ofrecer una nueva esperanza en Dios al más pobre, se entienden como una demostración que el Reino está en acción. Tener al Mesías, el Rey de los judíos, entre ellos, es un aspecto de este Reino: el Rey había llegado para representar Su Reino. Por su vida sin pecado y mediante sus milagros estaba demostrando a los judíos como era el Reino.

"El Reino de Dios" es un genitivo, el cual nos indica que es Dios mismo desde un punto de vista concreto, su actuación en este mundo y en nuestra historia. La cuestión planteada a los contemporáneos de Jesús (especialmente a los imbuidos en la mentalidad apocalíptica) es si Dios actúa en este mundo y en esta historia, o no; y si actúa, cuándo lo hace o lo va a hacer y bajo qué condiciones. Jesús nos predica que esto es inminente, y que la esperada acción de Dios en este mundo empieza ya.

Jesús dio mucha importancia a este tema, como se puede ver en el Padrenuestro, donde es el segundo asunto más importante en esa oración.

El Reino de Dios también se refiere al cambio de corazón o mente (metanoia) por parte de los cristianos, dando énfasis a la naturaleza espiritual de su Reino al decir "El Reino de los Cielos está dentro vuestro". Esta frase puede también traducirse, sin embargo, "el reino de los cielos está en medio de vosotros."

Jesús usó el lenguaje del "Reino de Dios" de una forma que se contrapone con los revolucionarios judíos del siglo I, llamados zelotes, que creían que el Reino de Dios era una realidad política y que llegaría con una revuelta violenta contra la dominación romana, que los oprimía y que el Reino iba a dar comienzo a una teocracia judía.

En la teología católica, Jesús invita a todos los hombres a entrar en el Reino de Dios; aún el peor de los pecadores es llamado a convertirse y aceptar la infinita misericordia del Padre. El Reino pertenece, ya aquí en la tierra, a quienes lo acogen con corazón humilde.
A ellos les son revelados los misterios del Reino de Dios. La Iglesia (católica) se considera a sí misma como "el inicio sobre la tierra" del Reino de Dios y que la plenitud de éste se alcanzará después del juicio final, cuando el universo entero, liberado de la esclavitud de la corrupción, participará de la gloria de Cristo, inaugurando «los nuevos cielos y la tierra nueva» (2 P 3, 13)
.
Así se alcanzará el Reino de Dios pleno, es decir, la realización definitiva del designio salvífico de Dios de «hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra» (Ef 1, 10).
Dios será entonces «todo en todos» (1 Co 15, 28), en la vida eterna.

Los protestantes, por otra parte, tienden a creer que la Iglesia es el instrumento en el cual el Reino se manifiesta, no un sinónimo del Reino en sí.

Según el teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer el Reino de Dios en la tierra se configura en dos aspectos, en los que se manifiesta escondido: milagro y orden.
«El aspecto bajo el cual el Reino de Dios se manifiesta como milagro lo llamamos iglesia; y el aspecto bajo el cual el Reino de Dios se manifiesta como orden lo llamamos estado.

El Reino de Dios en nuestro mundo no es otra cosa que la dualidad de iglesia y estado…
El Reino de Dios se configura en la iglesia en la medida en que ésta da testimonio del milagro de Dios…
El Reino de Dios se configura en el estado en la medida en que éste reconoce y preserva el orden del mantenimiento de la vida…»

EL CAPÍTULO 13 DE MATEO DEL REINO DE LOS CIELOS

En este capítulo se presentan en las siete parábolas los misterios del reino. Sólo Mateo registra siete parábolas. Las parábolas del sembrador y la semilla de mostaza se encuentran en Marcos 4:1-9 , 13-20, 30-32, y en Lucas 8:5-15. La parábola de la levadura se encuentra en Lucas 13:20-21. Los otros cuatro parábolas están sólo en Mateo.
Las parábolas son diseñadas para revelar los misterios del reino, es decir, la época actual.

El capítulo trece de Mateo marca una nueva división en el Evangelio, en el que Jesús se dirige al problema de lo que ocurrirá cuando Él se remonta al cielo como el Rey rechazado. El evangelio de Mateo comenzó con las pruebas de que Jesús era realmente el Hijo prometido que reinaría en el trono de David (cap. 1), apoyado por la visita de los Reyes Magos y el temprano ministerio de Juan el Bautista (capítulos 2 - 3).

Después de la tentación en el desierto, Jesús presentó los principios de su reino venidero en el Sermón de la Montaña (capítulos 5-7), haciendo hincapié en los principios espirituales y morales que gobiernan el reino de Dios, pero sobre todo porque éstas aplican al reino profetizado en la tierra, que el rey-Mesías vino a traer.
En consecuencia, el Sermón de la Montaña contiene verdades eternas siempre aplicables, algunas verdades que eran de aplicación inmediata en los días de Cristo en la tierra, y algunas verdades que iban a tener su cumplimiento en el reino milenario.

Tras la presentación de los principios del reino, en Mateo 8-10, los milagros que sirvieron las credenciales profetizados del Rey fueron detallada. Se hace evidente, sin embargo, que cada vez más, los Judios fueron rechazando estas evidencias de que Jesús era en verdad el Mesías profetizado.

De acuerdo con ello, en el capítulo 11, se anticiparon su rechazo y el aplazamiento del reino. En más grave del lenguaje, Jesús detalló su rechazo pecaminoso con acusación grave en las ciudades donde se realizan sus milagros.
Ek capítulo 11 cerró con una invitación a los creyentes a venir a Él para descansar. El mayor rechazo a Jesús se registra en el capítulo 12, culminando en la acusación de los fariseos, que Jesús realizó sus milagros con el poder del diablo. Jesús comparó el estado de su generación mala a un hombre poseído de ocho espíritus malignos (12:45).

Con esto como telón de fondo, el capítulo 13 se enfrenta a la pregunta;
¿Qué pasará cuando el rey rechazado se remonta a los cielos y el reino prometido se pospone hasta su segunda venida?
El concepto de un reino pospuesto debe ser entendido como un aplazamiento de la parte humana y no de lo divino, ya que obviamente los planes de Dios no cambian. Se puede comparar con la situación cuando los hijos de Israel, con destino a la tierra prometida, a causa de la incredulidad, tuvieron su entrada pospuesta durante cuarenta años.
Si hubiesen creído a Dios, podrían haber entrado en la tierra prometida inmediatamente.

Jesús adoptó deliberadamente el método parabólico de la enseñanza en una etapa particular de su ministerio con el propósito de retener más la verdad acerca de sí mismo y del reino de los cielos a las multitudes, que habían demostrado ser sordos a sus reivindicaciones e insensible a sus demandas ... A partir de ahora en adelante, al dirigirse a la multitud incrédula, Él sólo habla en parábolas (34), que él interpreta a sus discípulos en privado.

LAS SIETE PARÁBOLAS DEL REINO DE LOS CIELOS

Misterio, una palabra usada para ritos secretos de los diversos cultos religiosos, se refiere a la verdad que no fue revelado en el Antiguo Testamento, pero se revela en el Nuevo Testamento. Más de una docena de tales verdades son reveladas en el Nuevo Testamento, todo a raíz de la definición básica de Colosenses 1:26, que define un misterio en cuanto a que "el que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos".
En verdad la palabra misterio, en consecuencia, tiene dos elementos. En primer lugar, tiene que ser escondido en el Antiguo Testamento y no revelado allí. En segundo lugar, tiene que ser revelada en el Nuevo Testamento.
No es necesariamente una referencia a una verdad difícil de entender, sino más bien a las verdades que se pueden entender sólo sobre la base de la revelación divina.

El Antiguo Testamento revela, en términos claros, el reinado terrenal de Cristo cuando Él venga como Rey para reinar en el trono de David (que las verdades no son misterios). Mateo 13 introduce una forma diferente del reino, es decir, el presente reinado espiritual del Rey durante el período del cual está físicamente ausente en la tierra, antes de su segunda venida. Los misterios del reino, por lo tanto, tratan el período comprendido entre la primera y la segunda venida de Cristo y no el reino milenario que seguirá a la segunda venida.

1° - LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR, Mt. 13:1-23

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a la orilla del lago. Como mucha gente se le acercó, él se subió a una barca y se sentó, mientras que la gente se quedó en la playa. 3 Entonces les habló por parábolas de muchas cosas. Les dijo: «El sembrador salió a sembrar.
Al sembrar, una parte de las semillas cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra, y pronto brotó, porque la tierra no era profunda; pero en cuanto salió el sol, se quemó y se secó, porque no tenía raíz.
Otra parte cayó entre espinos, pero los espinos crecieron y la ahogaron. Pero una parte cayó en buena tierra, y rindió una cosecha de cien, sesenta, y hasta treinta semillas por una. El que tenga oídos para oír, que oiga.»


La escena de este sermón profético de Jesús era el mar de Galilea. Debido a las grandes multitudes que abarrotaban las orillas, Jesús entró en un pequeño bote a poca distancia de la orilla, y por este medio, fue capaz de comandar una vista de toda la multitud. Puestos de pie, se sentó en el barco en el papel de un maestro religioso.

El primer párrafo no tiene la fórmula exacta de los párrafos posteriores, "El reino de los cielos es semejante a", sino que es, más bien, una parábola introductoria, que sirve como base para todo lo que sigue. En la parábola, el sembrador salió a sembrar, sembrar su semilla en cuatro tipos de tierra. Aunque a veces el terreno fue preparado por el arado, en otros casos, la semilla se siembra sin preparación alguna, lo cual parece ser el caso en esta parábola.
Parte de la semilla cayó al borde del camino (es decir, la tierra equivocada), donde no había receptividad y las aves vinieron y las comieron. Parte de la semilla cayó en el segundo tipo de suelo definido como "pedregales" (v. 5 ).
Esto se refiere al terreno pedregoso con tierra suficiente para que la semilla germine, pero con la profundidad suficiente para permitir que las raíces adecuadas. Al comenzar a crecer, las nuevas plantas se marchitaron con el calor del sol.

Otra parte cayó entre espinos, es decir, el suelo que era lo suficientemente bueno, pero lleno de malas hierbas.
Aquí, la competencia de las espinas era demasiado, y las plantas jóvenes se ahogaron. El cuarto suelo que recibe la semilla fue descrita como "buena tierra" (v. 8 ), dando a luz la semilla hasta al ciento por uno. En cada caso, la semilla es la misma, pero la diferencia es en la receptividad del suelo.

En la conclusión de su presentación de la parábola del sembrador, Jesús hizo un reto, "El que tiene oídos para oír, que oiga" (v. 9 ). Más tarde, después de que Cristo había enviado a la multitud (v. 36 ), los discípulos se le acercaron para preguntarle por qué Él les habló en parábolas. Jesús respondió: porque a ustedes se les concede entender el misterio del reino de los cielos, pero a ellos no. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dijo:

“Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán;
y verán con sus ojos, pero no percibirán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido;
con dificultad oyen con los oídos,
y han cerrado sus ojos;
no sea que con sus ojos vean,
y con sus oídos oigan,
y con su corazón entiendan,
Y se vuelvan a mí,
Y yo los sane.”

Sus discípulos, iban a ser bendecidos por esta nueva revelación, que no fue revelado a los profetas y los hombres justos de la antigüedad, pero ahora se está revelando a ellos (Mt 13:17). Esto confirma la definición previa de un misterio como una verdad no revelada en el Antiguo Testamento, pero ahora está revelado en el Nuevo.

Algunos han tenido dificultades para armonizar el concepto de que la verdad se revela de tal manera que los no creyentes no pueden entender. El punto es que hay una larga trayectoria de la incredulidad y el desprecio de la revelación anterior. En consecuencia, cuando la revelación se expedirá a los creyentes, que se expresa en términos que sólo ellos puedan entender. En cierto sentido, los incrédulos han pecado más allá de su día de la oportunidad. Esto está en consonancia con el principio de que la oscuridad y la luz sigue siendo rechazada.

En Mateo 13:18-23, se explica la parábola del sembrador. Las aves que devoraban el sembrado junto al camino representan la influencia satánica, que apoya a la dureza del corazón que rechaza el mensaje de Jesús.
La semilla en el suelo superficial representado recepción superficial de la Palabra, donde la Palabra no da fruto. La semilla entre espinos representa "el afán de este siglo y el engaño de las riquezas" que ahogan la Palabra, y la hacen infructuosa (v. 22 ).
Parte de la semilla cayó en buena tierra, que da fruto a ciento por uno, representa el que no sólo oye la palabra, sino que la entiende, la practica y se deja llevar por el fruto de la abundancia.

Como esta parábola deja en claro, que no hay acogida en la época actual y que no habrá recepción universal de la verdad de Jesús, tal como se enseñó. La mayoría de los que oyen el mensaje del reino la rechazarán. Algunos, sin embargo, recibirán el mensaje, lo atesoran en su corazón, y creerán en la verdad del reino. Esta primera parábola se establece el carácter básico de la época actual, a la espera del regreso del Rey rechazado. Cada época por venir incluirá algunos que creen y muchos, por desgracia que no creen.

Es el mismo Jesús quien explica la parábola del sembrador a sus discipulos:

Escuchen ahora lo que significa la parábola del sembrador:

1° - Cuando alguien oye la palabra del reino, y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino.

2° - El que oye la palabra es la semilla sembrada entre las piedras, que en ese momento la recibe con gozo, pero su gozo dura poco por tener poca raíz; al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, se malogra.

3° - La semilla sembrada entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, por lo que ésta no llega a dar fruto.

4° - Pero la semilla sembrada en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, y produce cien, sesenta, y treinta semillas por cada semilla sembrada.

2° - PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA, Mt. 13:24-52

Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron:
Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores:
Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

En la segunda parábola, Jesús usó asimismo la figura de un sembrador, pero esta vez, se refirió al carácter de la semilla en lugar de su recepción. En esta parábola, el sembrador salió a sembrar la buena semilla, que se describe como el trigo, y el enemigo sembró cizaña, en referencia a la hierba de centeno, la cizaña que con frecuencia crece con el trigo. Un efecto secundario de la semilla cizaña es que es objeto de un hongo parásito que infecta a la semilla y es venenoso para los hombres y para los animales.

En la parábola, cuando los funcionarios preguntaron si debían arrancar la cizaña, la instrucción era dejar que ambos crezcan juntos hasta la época de la cosecha, porque arrancando la cizaña también se podría arrancar de raíz el trigo. Por consiguiente, Jesús dijo: "Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega" (v. 30).
En la cosecha, se arranca la cizaña, y después el trigo se recoge y se guarda en el granero.

En la interpretación de Mateo 13:36-43, cuando más tarde, los discípulos le preguntaron a Jesús en privado sobre el significado de esta parábola, Él identificó el campo como el mundo, el sembrador como el Hijo del hombre que sembró la buena semilla, el enemigo el diablo que sembró la cizaña. Las buenas semillas representaban los hijos del reino, y la cizaña los hijos del maligno, es decir, el diablo.

Los segadores fueron identificados como los ángeles, el tiempo de la cosecha como "el fin de este mundo," o más correctamente traducido, "la consumación de los siglos."
El juicio fue descrito como una obra de los ángeles recogiendo fuera del reino del Hijo de hombre a algunos que estuvieran manchados, y así echarlos al horno de fuego.
La sentencia es paralela a la descrita en Mateo 25:31-46, donde las ovejas son separadas de las cabras.

La adversidad ha hecho gran parte de la orden de los juicios descritos en 13:30, es decir, que se recoge la cizaña primero y que después el trigo se recoge en el granero.

Una conclusión razonable es que el orden de los eventos es de hecho la destrucción de los impíos y el comienzo de los justos en el reino milenario. Sin embargo, ambos son eventos simultáneos en plenitud, aunque en la práctica la cizaña son destruidos antes de que el reino es llevado en su totalidad.

La segunda parábola, en su conjunto, pone de manifiesto la doble línea de desarrollo en el ámbito de la profesión, con el verdadero creyente no identificado con claridad hasta el momento del juicio. Esta parábola no es una foto del triunfo universal del evangelio, ni es un cumplimiento de un reino terrenal donde Cristo es supremo en la tierra.
Más bien es el período antes del retorno del Rey, que fue rechazado en su primera venida.

Jesús explica la parábola de la cizaña

Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron:
Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.
De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.
Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
y los echarán en el horno de fuego; allí habrá llanto y el crujir de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, que oiga.

3° - PARÁBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA, Mt. 13:31-32

Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas.»

En esta parábola, el reino de los cielos se comparó con la pequeña semilla de mostaza que se convirtió en una gran planta de tal manera que las aves fueron capaces de anidar en sus ramas. Esta planta de mostaza es una especie diferente a la común usado como condimento. Aunque quedaron sin interpretación, prevée que toda la cristiandad como con sus logros y desaciertos crecerá rápidamente de un pequeño comienzo a una organización con gran poder y riqueza, extendiéndose por todo el mundo.
Mientras que la planta incluía tanto los verdaderos creyentes y los que profesaban creer, la planta de la mostaza se distinguía por la presentación de los pájaros en sus ramas que eran los incrédulos (cf. Dan 4:20-22).

Algunos han señalado que la semilla de mostaza se describe como "la más pequeña de todas las semillas", esto no es así en realidad, no es la semilla más pequeña, esto es un error en las Escrituras. La respuesta es doble.
La palabra griega traducida como "la más pequeña" (mikroteron) es en realidad una comparativa y debe ser traducida como "más pequeña", como lo es la traducción en la Biblia de las Américas, la idea es que es "muy pequeño", pero no las más pequeña de todas.
En segundo lugar, se señala: "Jesús está hablando de las semillas que fueron plantadas habitualmente en jardines antigüos, por lo tanto, esta observación da a entender a los botánicos que saben de muchas semillas que aún son más pequeños que el grano de mostaza.

La parábola del grano de mostaza también se encuentra en Marcos 4 , en el que se relaciona con el reino de Dios.
Esto apoya la opinión de muchos teólogos de que el Reino de Dios y el Reino de los cielos son idénticos, en su estructura y esencia, ya que en ocasiones se encuentran en los pasajes paralelos.
Hay algunos indicios en las Escrituras, sin embargo, que el reino de los cielos hace hincapié en el carácter profesante del reino que incluye los incrédulos o los de poca fe, que en ocasiones se parecen a los creyentes no practicantes, como se ilustra en la cizaña, en contraste con el reino de Dios, que incluye sólo los verdaderos creyentes.

4° - PARÁBOLA DE LA LEVADURA, Mt. 13:33-35

Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y puso en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudó. Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba: para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta, que dijo: abriré en parábolas mi boca; rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.

En esta parábola, el reino de los cielos es semejante a la levadura escondida en la harina (cf. Lc 13:20-21).
En los tiempos bíblicos, era costumbre de retener una pequeña porción de masa fermentada de cada lote para mezclar con el siguiente lote de masa, la levadura de esta manera actúa sobre la nueva masa. En los tiempos modernos, se utiliza en general enzimas o bicarbonatos para leudar la masa.

¿Qué hace representa la levadura?

Por lo general se asume dogmáticamente que la levadura no puede representar el mal en esta parábola, aunque se utiliza universalmente para representar el mal, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

El reino de este mundo incluye tanto el bien como el mal. Puede ser que la levadura sea sinónimo en el Evangelio como un principio que impregna y mejorar el mundo, pero este no es el sentido de este capítulo en su presentación de la época actual.
Es más evidente que nunca en el último tercio del siglo XX que el evangelio no ha penetrado en el mundo entero y que el mal tiende a impregnar toda la iglesia militante, que es exactamente lo que Mateo 13 enseña.

En el Antiguo Testamento, la levadura se utiliza constantemente para representar el mal. En los sacrificios, que representan a Jesucristo, como el pan sin levadura en la mesa, no se permitía ninguna levadura.
En los casos en que sí se permitía la levadura, era inevitablemente representado en situaciones humanas, como la ofrenda de paz de Levítico 7:11-13, y los dos panes anticipando por lo general la iglesia militante, mencionado en Levítico 23:15-18 .

En el Nuevo Testamento, la levadura fue utilizado por Cristo para representar el externalismo de los fariseos, como aumentaba cada vez más los ritos externos a practicar, de la incredulidad de los saduceos, y de la mundanidad de los herodianos, y en general de la doctrina del mal ( Mt 16:6-12 ; Marcos 08:14 -21 ).
En las cartas de Pablo, del mismo modo, la levadura representa el mal, como en I Corintios 5:6-8 y Gálatas 5:7-10.

En la parábola, la comida representa lo que es bueno, ya que se hizo a partir de trigo que es alimento y no de la cizaña que mala para el ser humano.
La iglesia militante, sin embargo, está rodeado por la doctrina del mal, el externalismo, la incredulidad y la mundanidad, que tienden a derrotar a la iglesia y hacer que su derrota sea más grande en apariencia, como la levadura que hace crecer la masa, pero en realidad no añade nada de valor real.

La parábola se aplica al reino de los cielos en su forma misteriosa se aplica a la iglesia militante que continua en este mundo. Hasta cierto punto, el mal se extenderá por todo la tierra, que incluye el cuerpo de los verdaderos creyentes. Como en Lucas 13:20-21 lo demuestra, incluso los verdaderos creyentes en Cristo, erróneamente estarán muy lejos de la perfección y pueden abarcar hasta cierto punto lo mundano, el externalismo, y mala doctrina.

5° PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO, Mt. 13:44-46

«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

La parábola del tesoro está vinculada con la sexta parábola, la parábola de la perla, y la última parábola de los peces buenos y malos, como tres parábolas reflejan el punto de vista divino en lugar del punto de vista humano e histórico, que fue presentado en las primeros cuatro parábolas. Al igual que la tercera y la cuarta parábola, no se da ninguna explicación, y los expositores han encontrado apoyo para su visión de conjunto del capítulo.

Una interpretación común y significado muy correcto, de la parábola puede ser, que el hombre que encuentra el tesoro es el creyente quien encuentra a Cristo, con la misma interpretación prorrogada para el comerciante que encuentra la perla. Todo el mundo está de acuerdo en que Cristo es un tesoro que todo el mundo puede descubrir, pero en un examen minucioso, la interpretación es superficial e insatisfactorio.

La clave de la parábola en la interpretación antigüa era determinar cuál era el tesoro que se llevó a cabo en el campo. Aunque la interpretación no debe mantenerse de manera dogmática, no hay evidencia de las Escrituras que lo que se hace referencia aquí no era otro que la nación de Israel. Aunque Israel es un factor evidente en el mundo, aparte de la revelación bíblica, nadie reconoce a Israel como un tesoro, y sobre todo un tesoro que nadie iba a vender.
Aunque desde la nación de Israel vendría el Salvador del mundo.

Hay un apoyo en las Escrituras del Antigüo Testamento que tiende a interpretar que el tesoro escondido es Israel.
Según Éxodo 19:05, Dios declaró a Israel: "Si dais oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis un tesoro especial para mí sobre todos los pueblos. Porque toda la tierra es mía".
De acuerdo a los Salmos 135:4: "El Señor ha escogido a Jacob para sí, A Israel por posesión suya."
La interpretación actual es que el tesoro escondido es Jesucristo.

El hecho de que Israel es un tesoro no reconocido por el mundo y por lo tanto oculto es muy evidente hoy en día.
Incluso entre los cristianos evangélicos, hay quienes se preguntan si Israel es un importante nación bíblica de hoy con un futuro profético. Sin embargo, mientras trazamos las narraciones evangélicas, es claro que Jesús vino primero, con un propósito especial de redimir al pueblo de Israel, aunque al mismo tiempo ha reconciliado al mundo consigo mismo.

Fue Jesús, por lo tanto, quien vendió todo lo que tenía para comprar el tesoro, Israel, y para comprarlo con su propia sangre (Fil 2:7-8; 1 Pe 1:18-19). Durante la época actual, Israel es una entidad oculta en el mundo, sólo para emerger al final de la edad como un factor importante en el cumplimiento profético que llevará hasta la segunda venida de Cristo.

6° - PARÁBOLA DE LA PERLA DE GRAN PRECIO, Mt. 13:45-46

El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

En esta parábola, el mismo pensamiento se presenta como en la anterior, sólo que aquí, la perla parecía representar a la iglesia en lugar de Israel. En el mundo de las joyas, la perla se forma únicamente de forma orgánica.
Su formación se debe a una irritación en el lado tierno de una ostra. Hay un sentido en el que se formó la iglesia de las heridas de Cristo y ha sido posible gracias a su muerte y sacrificio.

Las perlas en el mundo antigüo tenían mucho valor monetario y quienes las poseían eran gente rica, personas respetadas quienes además tenían muchas posesiones. Todo mundo estaba a su alrededor.
Aquí se representa la perla fina que, en comparación con el reino de los cielos, también es de mucho valor, pero a diferencia del monetario, aquí es espiritual, ya que representa la bondad infinita que ofrece Dios a sus creyentes.
Quien posee una perla fina tendrá una vida acomodada, quién posee el el reino de los cielos, tendrá la vida eterna.

7° - PARÁBOLA DE LA RED, Mt. 13:47-50

El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase; y cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos.
Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí habrá llanto y el crujir de dientes.

La séptima parábola, similar en muchos aspectos a la parábola del trigo y la cizaña, y resumió las principales ideas de todo el capítulo. Al igual que las dos primeras parábolas, se interpretó inmediatamente. El reino de los cielos se comparó con una gran red. Debido a su gran carácter, la red recopila una gran cantidad de diferentes tipos de peces, que se describen en el texto como "de todo tipo". Redes de este tamaño eran demasiado grandes para transportar en un barco y tuvo que ser elaborado en la orilla. Aquí se clasifican los peces. Los que eran malos, o por cualquier razón no utilizables o comestibles, fueron lanzados de nuevo al mar. Los buenos peces fueron recogidos en el recipiente para ser consumidos.

Esta operación familiar en las orillas del Mar de Galilea se comparó con el juicio al final de los tiempos.
Los ángeles fueron descritos para separar aquellos que son malos de entre los justos, a los malvados como se describe habrá llanto y el crujir de dientes, ya que fueron arrojados al horno ardiente de fuego (Mt. 13:50).
La situación es paralela al juicio de las naciones en 25:31-46. Los justos permanecen inalterables entre los malvados que se reúnen afuera, y son aceptados de entrar en el reino. La situación general es la misma que la separación del trigo y la cizaña, y su juicio, que se describe en 13:41-43.

El cumplimiento de la verdad profética en esta parábola se producirá en la segunda venida de Jesucristo, cuando se juzge al mundo y al reino instituido. Se desprende de esta parábola, como los anteriores, que la época actual no termina con el triunfo del mal, sino con un mundo casi cristianizado, ni se cumplen las promesas del reino del Antiguo Testamento ni tampoco se describe el período en que todas las naciones sirven al Señor.
Más bien, según las precedentes parábolas, describe la línea dual del bien y del mal, continuando hasta el tiempo del fin del mundo cuando tanto el bien como el mal serán juzgados de acuerdo con su verdadero carácter.

Es significativo que la red representa el reino de los cielos como una esfera de profesión que incluye todo tipo de personas, tanto malos y justos, y que la separación no llegará sino hasta el final de los tiempos. Este pasaje sirve para distinguir el accionar de los seres humanos las buenas y las malas obras, y juzgamiento del mundo, el juicio a las naciones, el premio para unos y el castigo para el otro.

Declaración final sobre las parábolas, Mt 13:51-52

A la conclusión de las parábolas, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Habéis entendido todas estas cosas?"
Sorprendentemente, ellos respondieron: "Sí, Señor."
Y él les dijo: Por eso, todo escriba que llega a ser discípulo en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.

Es bastante obvio que ellos no entendieron las parábolas, excepto en sus enseñanzas generales. Se habría requerido mucho más perspectiva, la clara revelación de la época actual, y, en cierta medida, la perspectiva de la historia, para que tengan realmente conocimientos de estas parábolas. En ése momento, no entendían que habría un tiempo entre los dos advenimientos, la primera y segunda venida de Señor. Cristo no impugnó sus conocimientos, sin embargo, les dijo que si eran verdaderamente instruidos en estas verdades, serían capaz de llevar la palabra de Dios como un tesoro de las verdades aprendidas en estas parábolas hasta los confines del mundo.

¿QUIÉN ENTRA Y QUIÉN NO EN EL REINO DE LOS CIELOS?

No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, e hicimos muchos milagros?
“Y entonces les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, malditos”. Mateo 7:21 -23

“Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.” Mateo 20:16

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?

No se dejen engañar. Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los pervertidos sexuales, ni los que lucran con el sexo, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los que maldicien, ni los estafadores, ninguno de ellos heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros, ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios” 1 Corintios 6:9-11.

“… Ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Que nadie os engañe con palabras vanas y dulces, porque por estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de la desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. ” Efesios 5:5-7.

“… Las obras de la carne son evidentes, y son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, peleas, calumnias, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, mentiras y cosas semejantes, de los que os digo de antemano, así como yo os dije antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21.

“Yo digo que si vuestra justicia no fuere mayor que de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 5:19-20.

Jesús dijo: “Qué difícil es para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios, porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.

Y los que le oyeron, decían: “¿Quién podrá salvarse?” Pero Él dijo: “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”. Lucas 18:24-26.

“Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye:
¿A mí no me temeréis? dice Jehová. ¿No os amedrentaréis ante mí, que puse arena por término al mar, por ordenación eterna la cual no quebrantará? Jeremías 5:21-22.

EL REINO DE LOS CIELOS ES PARA SIEMPRE, NO TIENE FIN

El Reino de los cielos es un tema muy prominente de la Biblia y se menciona a veces como el reino de Dios, que es muy apropiado, ya que Dios es el que hizo la provisión para que su Hijo Jesús pudiera establecer el reino en la tierra. También se menciona a veces como el reino de los cielos, que enfatiza que este gobierno mundial de promesas no es de planificación ni de origen humano, sino es establecido y autorizado por el Dios de los cielos.

Dijo Daniel del reino de los cielos;

Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, Daniel 2:44.

Algunas de las promesas y profecías de la Biblia que pertenecen al reino se refieren a sus gobernantes, mientras que otras pertenecen a sus súbditos, es decir, a aquellos que tienen una oportunidad para ser bendecidos por la administración de sus leyes justas. Jesucristo es el gran Rey, el Gobernante de este reino.

Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra. Zacarías 9:9,10

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Apocalipsis 19:16

Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que está de parte de la verdad, oye mi voz. Juan 18:37

Asociados con Jesús como gobernantes en su reino serán aquellos que, durante la Edad Evangélica, se han negado y fielmente han tomado su cruz para seguirle a él, y de buena gana beben de la copa de sus sufrimientos.
Se habla de ellos en las Escrituras como los que sufren y mueren con Jesús y que resucitan de entre los muertos para vivir y reinar con él para siempre.

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Apocalipsis 20:4

Jesús y sus seguidores no gobernarán como reyes humanos, sino como reyes divinos, y serán invisibles a los ojos humanos. (Col. 1:13-15) Se les da a los seguidores de Jesús el aseguramiento de que ellos serán como él.

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado en nosotros lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro y santo. 1 Juan 3:1-3
por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegáseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 2 Pedro 1:4

Una de las ilustraciones que se da en la Biblia acerca del cambio, de la transformación, de la naturaleza humana a la divina es la de "nacer de nuevo". Jesús explicó a Nicodemo que aquellos que nacen de nuevo son invisibles y poderosos, como el viento. (Juan 3:6-8).

El cambio de la naturaleza humana a la del espíritu ocurre en la resurrección; y cuando Jesús fue levantado de entre los muertos él fue capaz de ir y venir invisiblemente,­ apareciendo a sus discípulos sólo cuando lo quiso hacer.

En el reino de los cielos estos reyes invisibles y poderosos, o gobernantes, serán representados en la tierra y entre los hombres por los siervos fieles de Dios que sufrieron y murieron a favor de la justicia antes del primer advenimiento de Jesús. En la Biblia se hace referencia a éstos como los “padres”, y la promesa consiste en que ellos deben hacerse “príncipes en toda la tierra”.

El Apóstol Pablo explica que estos siervos fieles de Dios de la antigüedad serán resucitados a la perfección humana, en lo que se describe como una “mejor resurrección.” (Heb. 11:35,39,40).

Pablo menciona los nombres de algunos de estos beneméritos de la antigüedad, pero las Escrituras indican que hay muchos otros de aquellos de la antigüedad que demostraron su lealtad a Dios y serán utilizados en el reino.
Jesús también mencionó a los beneméritos de la antigüedad y habló del puesto de ellos en su reino.

Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; Mateo 8:11

Allí habrá llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.

Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Lucas 13:28,29

“Por medio de estas dos fases del Reino será cumplida la promesa hecha a Abrahán: "En tí y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra"

"Multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y como las arenas de la mar"
—una simiente espiritual, y una simiente terrenal, ambas usadas por Dios como instrumentos para bendecir al mundo.
Este pacto original [Rom. 11:17] tiene dos ramificaciones,­ cada una de las cuales, en su resurrección, dará su fruto perfecto aun cuando diferente,las dos clases, la humana y la espiritual, en poder del Reino.

EL REINO DE DIOS




UNA ANÉCDOTA SOBRE EL REINO DE LOS CIELOS

En el momento del sermón un sacerdote narró a sus fieles, una anécdota sobre las moradas del cielo.
Un hombre murió, pasó por el purgatorio, y luego fue al cielo.
Allí fue recibido por ángeles que lo acompañaron para cruzar el umbral que lo conduciría al Paraiso.

Cuando se abrieron las puertas del cielo, el hombre quedó maravillado, vió ante sus ojos enormes mansiones muy lujosas, de gran brillo y esplendor con enormes jardines, lleno de plantas y flores.
Mientras iban caminando y deslumbrado de tanta belleza, el hombre preguntó al ángel que iba al lado suyo,

¿cuál es la mansión donde voy a vivir?

El ángel le respondió; tu lugar donde vivirás no está aquí, esta mucho más adelante, sigamos.

Despues de un tiempo se alejaron de las enormes mansiones y llegaron a un lugar donde había casas, lindas y pintorescas pero nada comparado con lo que había visto antes.

Entonces le volvió a preguntar al ángel, ¿está aquí la casa donde voy a vivir?

Le respondió el ángel; no, no está aquí, está más adelante.

Al alejarse mucho más, llegaron a un lugar donde había casitas humildes, chiquitas, poco atractivas, una pegada a la otra, apenas había lugar para un persona, sin jardines, ni plantas ni flores.

Entonces el hombre un poco angustiado y por tercera vez preguntó al ángel;

¿es alguna de estas casas donde voy a vivir?

Sí, respondió el angel. Una de estas casas será tu morada para toda la eternidad.

Y agregó; esta casa significa lo poco que recibimos de tí cuando vivías en la tierra.

Quien desee vivir lujosamente debe esforzarse por amontonar tesoros en el cielo, mientras viva en el mundo.

Aprovechar cada situación que se presenta en la vida para realizar todo acto de caridad y amor hacia Dios y hacia el prójimo, entonces vuestra morada eterna será una mansión enorme, lujosa y llena de esplendor.

Frases y Dichos


Amigo es aquel que socorre, no el que me compadece. (T. Fuller)

Anda despacio cuando tengas tus amigos, pero cuando los tengas, mantente firme y constante. (Sócrates)

En realidad nunca crecemos solo aprendemos a comportarnos en público. (B. White)

El éxito tiene muchos padres, el fracaso es huérfano. (J.F. Kennedy)

Cuando el ser humano reza, habla con Dios y todo el universo se estremece. (Sta. Teresa de los Andes)

Cuando reces no pidas por tí, Dios sabe todas tus necesidades. Si pides por los demás y te olvidas de tí, Dios te dará cien veces más por cada vez que pidas. (San Francisco de Sales)

Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe. (J.L.Borges)

No esperes que tu amigo venga a descubrite su necesidad, ayúdale antes. (J.L.Vives)